El anisakis es un parásito común que se encuentra exclusivamente en el pescado y sus características provocan, en muchas ocasiones, que pase desapercibido en la ingesta. ¿cómo evitamos entonces el riesgo de consumirlo?
Casi siempre que se habla de seguridad alimentaria se comienza por las bacterias y por los tóxicos de tipo químico. De hecho, las grandes crisis de los últimos meses están relacionados con estos dos grandes grupos. Sin embargo, no se puede descuidar un grupo de problemas que son los asociados a los parásitos.
Al tratarse de unos seres normalmente visibles macroscópicamente, se tiende a pensar que se pueden detectar y que se reduce el riesgo porque al crear repugnancia en los consumidores no ingieren el alimento contaminado. Esta afirmación en parte es cierta, pero se debe considerar con especial interés el caso de ‘Anisakis Simplex’ y otros parásitos de su familia: tienen un tamaño reducido, normalmente de unos 3 cm de longitud y menos de 1 mm de diámetro, con un color blanquecino casi transparente; características que provocan que en muchas ocasiones pasen inadvertidos y puedan ser ingeridos fácilmente sin previa observación. Anisakis se encuentra exclusivamente en el pescado y el hombre entra en su ciclo de forma accidental. El pescado procedente del Mediterráneo suele ser un pescado muy poco parasitado, mientras que ocurre todo lo contrario con en los peces de mares fríos.
Para evitar la presencia de anisakis es esencial una buena prevención y hay dos acciones fundamentales para ello: congelar el pescado previamente a su consumición y una adecuada cocción del producto impide la contaminación por anisakis.
En Sibuya, tal y como marca la ley, todos nuestros pescados están congelados a -20º por un mínimo de 24 horas antes de su consumo.